8 de junio de 2017. En Venezuela el reloj marcaba casi las siete de la mañana. Mientras, en Corea del Sur, a más de 15 mil kilómetros de distancia, un grupo de chamos regalaba al país uno de los amaneceres más alegres, cargados de orgullo y amor patrio que se recuerde en los últimos años. Justo en el momento que más lo clama.
Y no era un sueño. La Vinotinto Sub-20 conseguía lo inédito entre lo inédito: ¡Disputar una mismísima final de una Copa del Mundo! Una realidad.
Los chamos de Rafael Dudamel no necesitaron poderes mágicos, ni frotar una lámpara para lapidar a Uruguay en la tanda de penales (4-3), ni muchos menos para empatar el juego (1-1) en el último suspiro del partido (90+1).
Escribe tu comentario